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Sebastiao Salgado

Preparé el reportaje al que pertenece esta foto con mucha anticipación porque se trataba de un grupo indígena muy especial. Solicité a la FUNAI [Fundación Nacional del Indio, un organismo gubernamental brasileño] con unos dos años de antelación que pidieran permiso a los indígenas para que me dejaran ir, así que fue un gran privilegio.

Los zoé no son un gran grupo; son unos 270 indígenas que viven en ocho aldeas distintas. Y allí conviví con ellos unos dos meses. Viajé a todas las aldeas. Están en la parte norte del río Amazonas, cerca de Santarém, una ciudad que está a cinco días de navegación desde Belém. Los zoé se encuentran entre el río Amazonas y Surinam [la antigua Guayana Holandesa], a unos 300 kilómetros del río Amazonas.

Aquí aparecen las chicas que se están preparando para la fotografía. Cuando vas a fotografiar una chica de éstas, te dice: ‘¡Ah, no! Me tengo que vestir.’ Y vestirse, para ellas, es pintarse la piel. Aquí se estaban pintando con un color rojo muy bonito que viene de la sabia de una planta y se lo pasan por la piel, y entonces ya puedes retratarlas porque ya están preparadas para la fotografía.

Aunque en este momento se estaban arreglando para la fotografía, no había problema en fotografiarlas antes. En realidad querían quedar más bellas. Como todas las mujeres, tienen gracia y finura para pintarse y preparar la ropa.

El grupo al que pertenecían las chicas fue contactado por primera vez por unos religiosos norteamericanos. Después, cuando la FUNAI descubrió que esos americanos estaban cristianizando al grupo, los detuvo, los esposó y los sacó del lugar. Pero dejaron un par de cosas: un cuchillo para los hombres -les encantaba el cuchillo- y un espejo para las mujeres.

«Me vi obligado a pasarme al digital por culpa de las máquinas de rayos X de los aeropuertos, que destruían mis películas»

Yo viajé mucho a pie con esas chicas, y cuando llegaban a la entrada de otra aldea se paraban, todas con sus espejos ya viejos que casi no brillaban, y se preparaban. Se ponían sus plumas y sus colores, y quedaban bellísimas.

Es curioso cómo le dieron el nombre zoe a esta tribu. Un indígena, al presentarse a uno de los primeros foráneos que conoció, dijo exactamente ‘zoe’, que en su lengua significa ‘soy yo’.

Mi trabajo actual es completamente digital: trabajo con una Canon EOS-1D X. Una parte de estas fotografías [en referencia al trabajo ‘Génesis’] las hice con negativo de medio formato, con una Pentax, y la otra con digital.

Yo no sé trabajar con la pantalla, pero me vi obligado a pasarme al digital por culpa de las máquinas de rayos X de los aeropuertos: se empezaron a destruir mucho mis películas, la gama de grises, el grano… Así que pasé al digital. Mis asistentes me preparan unos contactos que yo edito con lupa; luego trabajo con varias copias del mismo archivo, y finalmente obtenemos los archivos definitivos.

Para esta muestra [‘Génesis’] los negativos de las fotos que hice en analógico han sido digitalizados para hacer las copias. Estas copias no se han hecho con ampliadora, sino con inyección de tinta. Pero hoy en día la calidad de esta impresión es tan buena o mejor que la calidad de una ampliadora.

Fuente: quesabesde.com