Calidad según lo esperado y sensaciones encontradas respecto al manejo resumen nuestras primeras horas con una de las cámaras más mediáticas de 2013
Se ha hecho esperar, pero por fin tenemos entre las manos una de las cámaras más deseadas y mediáticas del momento: la Nikon Df. Anunciada hace unas semanas, esta réflex de aires clásicos y con un precio cercano a los 3.000 euros (junto a la edición especial del 50 mm f1.8) desata pasiones y críticas casi al mismo ritmo. ¿Estamos ante esa FM digital que muchos usuarios llevaban tiempo reclamando? Mientras lo averiguamos, unas galerías de muestras obtenidas con la nueva Df servirán para saciar la curiosidad de los más impacientes.
Desempaquetar la cámara, cargar la batería, colocarle la correa –de enganche frontal, por cierto- y salir corriendo a hacer fotos. Ése era el plan, y eso es exactamente lo que hemos hecho nada más recibir una de las primeras unidades de la Nikon Df que han aterrizado por estas latitudes.
Demasiado pronto todavía para lanzar veredictos e hilar párrafos grandilocuentes, por ahora dejaremos que las muestras hablen por la cámara. Aunque, pensándolo bien, cabe esperar pocas sorpresas por esta parte: el sensor CMOS de 16 megapíxeles es ya conocido –es el mismo que lleva la D4- y el objetivo 50 mm f1.8 es también un veterano de la casa.
Contundente, grande pero tal vez menos robusta entre las manos de lo que cabría esperar. Ésa es la primera impresión que uno tiene al coger la Nikon Df mientras intenta hacerse con el control de los innumerables mandos y diales que tiene.
Algo que gustará a quienes sean poco amigos de tener que navegar por menús, pero que requiere cierto tiempo para acostumbrarse. La idea es sencilla: poder ajustar prácticamente todo (sensibilidad, velocidad, apertura…) sin tener que asomarse a la pantalla trasera.
Algo para lo que tendremos que entrenar los dedos, por cierto. El interruptor de encendido es absurdamente incómodo de manejar, el dial de modos es extrañamente pequeño y los bloqueos de cada rueda pondrán a prueba nuestra paciencia. Esperemos que sólo sea cuestión de tiempo y de acostumbrarse a ello.
¿Y qué hay de los resultados? Sin tiempo por ahora para entrar en más detalles, nunca está de más recordar lo obvio y fácilmente suponible: excelente nota para el visor réflex, sobresaliente para el rendimiento con sensibilidades altas y aprobado justo para el enfoque en escenas oscuras (se echa de menos el autofoco de la D4 en estos casos). Y tampoco estorbaría algo más de nitidez en los archivos JPEG.
Si hay algo claro es que la Nikon Df no es una cámara más. Pero, ¿es un simple capricho o un modelo a tomar muy en serio?
Por cierto, no hay que perder de vista que estamos ante una cámara pensada para el reportaje desde una perspectiva muy clásica, no de un modelo de alta resolución como laD800. ¿La batería? No parece que haya que preocuparse: después de 300 disparos, ni un síntoma de debilidad.
Tras 24 horas conviviendo con ella y superada la curiosidad inicial, si hay algo claro es que la Nikon Df no es una cámara más. Pero la pregunta sigue ahí: ¿es un simple capricho o un modelo a tomar muy en serio?
Fuente: quesabesde